miércoles, 19 de enero de 2011

Biofortificación con hierro aumenta popularidad de la papa en comunidades pobres




La deficiencia de hierro es el trastorno nutricional más común del mundo: afecta al 50 por ciento de las mujeres embarazadas y al 40 por ciento de los niños en edad preescolar en los países en desarrollo, según la Organización Mundial de la Salud. Debido a que las papas son buenas fuentes naturales de fierro, el Centro Internacional de la Papa (CIP) está trabajando para añadirles más valor nutricional mediante mejoramiento o biofortificación. Es una alternativa muy prometedora para mejorar la salud en las comunidades pobres, donde el acceso a los alimentos cárnicos es limitado y los pobladores no pueden pagar alimentos comercialmente fortificados ni suplementos vitamínicos.Una característica importante de la papa es su biodisponibilidad de hierro que, incluso, puede ser mayor que en los cereales y legumbres. La biodisponibilidad se refiere a la fracción de una dosis suministrada que llega al tejido sobre el cual realiza su actividad. Las papas, asimismo, tienen altos niveles de ácido ascórbico, que facilita la absorción de hierro y bajos niveles de ácido fítico, que inhibe la absorción de este mineral. Los esfuerzos del CIP se concentran en identificar y mejorar variedades ricas en concentración y biodisponibilidad de hierro.
La deficiencia de hierro tiene diversas consecuencias sobre la salud que incluyen problemas de desarrollo físico y cognitivo, aumento del riesgo de contraer enfermedades en la infancia y disminución de la capacidad de trabajo en los adultos. En la sierra peruana, más del 60 por ciento de infantes en edad preescolar padecen retraso en el crecimiento, consecuencia de la desnutrición, siendo la deficiencia de hierro el principal factor que contribuye a ello.La papa es reconocida como un alimento de primera necesidad, pero su potencial para combatir la desnutrición no es bien conocido ni aprovechado. “Por ejemplo, en Huancavelica, en las alturas de la sierra peruana, las mujeres y los niños consumen en promedio, respectivamente. 800 y 200 gramos de papa por día”, señala Gabriela Burgos, quien dirige el Laboratorio de Calidad y Nutrición del CIP. “Por lo tanto, mejorar las concentraciones de hierro y la biodisponibilidad de la papa tendrá un verdadero impacto en esas áreas”.
Hace cinco años, con el financiamiento del programa HarvestPlus, el CIP comenzó a examinar las papas del banco de germoplasma buscando micronutrientes (hierro, zinc, vitamina C y fenólicos). Una revisión inicial de 579 cultivares nativos de papas andinas y de 315 variedades mejoradas mostraron una amplia variación en las concentraciones de hierro y zinc y una gran diversidad genética que podía ser aprovechada en los programas de mejoramiento.
Walter Amorós, agrónomo del CIP, explica: “seleccionamos un grupo de papas por sus altos niveles de fierro e hicimos una serie de cruzamientos entre ellas y estudiamos la progenie. Partiendo de una línea de base de contenido de fierro de 19mg / k, luego de dos ciclos de selección hemos alcanzado niveles de 40mg / k.”
El desafío por delante es combinar estos cultivares con las líneas de mejoramiento avanzadas del CIP que poseen resistencia a plagas y enfermedades, altos rendimientos y gran aceptación por parte de los agricultores.

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