miércoles, 8 de septiembre de 2010
Mistura: Sabores y mucho gusto
Mistura, palabra que evoca belleza y sabor, mezcla mágica de muchos ingredientes cromáticos, esencias, semillas y tradiciones que se remontan al origen mismo de nuestras raíces étnicas y culturales, le ha dado sugerente nombre al más grande evento gastronómico que se ha organizado hasta ahora en nuestra ciudad capital.
Como bien lo ha señalado en la ceremonia de inauguración el presidente de la República, Alan García Pérez, esta multitudinaria fiesta de la sazón peruana con toda su diversidad regional, está llamada a consagrarse, a muy corto plazo, en un encuentro de primera categoría y de prestigio mundial que reforzará nuestra identidad nacional e incrementará mucho más el flujo turístico proveniente de todos los países del mundo.
El éxito de Mistura –que este año cumple su tercera edición en el soledoso Parque de la Exposición– no solamente deparará momentos inolvidable de alegría y esparcimiento a miles de familias peruanas, sino que dejará para todos grandes lecciones, pues nos está demostrando todo lo que se puede lograr con el trabajo mancomunado entre el sector privado y el apoyo y coordinación con nuestras autoridades, funcionarios y especialistas.
Así tenemos que el triunfo de la cocina peruana se convierte en el triunfo de todo el país ya que el megaevento internacional es ya un lugar emblemático que nos señala el camino de la unión y la constancia para hacer del Perú un país grande, desarrollado y fiel conservador de sus tradiciones milenarias.
Con justificado merecimiento, el Jefe del Estado elogió el trabajo desarrollado por los organizadores del gran festival: “La comida peruana nos enseña a ser grandes..., creo que ustedes lo están logrando a través de este arte, a través de este capítulo de la vida que es el arte culinario y creo que así nos llenan de orgullo y nos enseñan a todos los demás cómo progresar, cómo prosperar y cómo engrandecer a nuestra patria”.
En realidad, la exquisitez y variedad de nuestro arte culinario goza de fama transcontinental desde épocas remotas. En nuestras telúricas ollas de barro se consustanciaron potajes y manjares nativos y exóticos.
El Perú milenario ofrendó al mundo –entre otros productos autóctonos– la papa, ese alimento universal, y a nuestras tierras llegaron los más variados ingredientes orientales y occidentales.
Si en el plano antropológico y social podemos decir que la peruanidad resume la eclosión e integración de todas las sangres, en nuestras mesas nos deleitan todos los sabores, capaces de encantar y cautivar a los más exigentes paladares.
Esa mistura tiene ahora características inimitables que justifican largamente nuestro lema que se pasea por los mercados globales: “Perú, mucho gusto”.
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