viernes, 27 de agosto de 2010
Científico estadounidense sostiene que líneas de Nasca señalan fuentes de agua subterránea
La araña, una de las famosas Líneas de Nasca, en Ica.
El científico estadounidense David Johnson sostiene que las líneas de Nasca serían una suerte de idioma para comunicar dónde están los pozos y lugares por donde corre agua bajo tierra.
El experto señaló que un alto porcentaje del agua potable de la cordillera (en algunos lugares el 80%) se moviliza por filtraciones subterráneas abiertas por fracturas causadas por movimientos telúricos.
Según sus estudios, los pobladores prehispánicos conocían a la perfección la cartografía de esta agua, y líneas como las de Nasca serían “un idioma para comunicar dónde están los pozos y lugares por donde corre agua bajo tierra”.
Asignó a cada figura una significación: los trapezoides apuntan siempre a un pozo. Los círculos a un lugar donde está ubicada la fuente. Y sobre las formas complejas es igual. Por ejemplo, el colibrí Nasca apunta a un pozo gigante con su pico.
Además, justifica su estudio con un trabajo de campo a lo largo de 1,700 kilómetros de costa peruana y chilena, incluso en civilizaciones muy antiguas como Caral o Arica. De esa manera, esta sería una práctica común a todas las culturas prehispánicas
Johnson comentó que otras teorías apuntan a conclusiones afines a la suya. Por ejemplo, la hipótesis de la estudiosa Maria Reiche, que señala la relación entre las líneas de Nasca con las cuatro estaciones del año, que, para Johnson, “marca el vínculo profundo entre lo agrícola y las líneas, porque sabían también la época de las cosechas”.
Asimismo, sobre las interpretaciones que señalan un propósito ritual, el estadounidense comenta: “¿Para qué reza la gente en el desierto? Para pedir agua.
Y si te das cuenta que el agua está en los cerros, ¿a quién le vas a rezar?”
De ser ciertas, las ideas del estadounidense redefinirían mucho de nuestro conocimiento del mundo prehispánico.
Pero, además, afirma haber encontrado pozos que hoy son utilizados por la comunidad. De esta manera, el conocimiento perdido y recobrado podría ayudarnos frente a los problemas de la escasez de agua.
Investigación verificada
Johnson comenzó a estudiar las fuentes de agua subterránea. Concluyó, luego de un estudio con mapas tomados por satélite y viajes a la zona, alrededor de los ríos Grande, Aja y Nasca, que existía una inmensa cantidad de filtraciones de agua de los cerros.
Luego siguió los cursos de agua subterránea y los comparó con los geoglifos.
Llegó a su teoría en 1997, fecha en la cual recibió un financiamiento de la revista Nacional Geographic.
Al mismo tiempo, la Universidad de Massachussets realizó una investigación autónoma en la cual llegó a resultados muy similares.
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